. Gestión Universitaria

Research article

Apuntes para una formación docente de calidad

 

Dr. Javier Augusto Nicoletti
Dr. en Educación con mención Cum Laude por la UNED (España).
Magíster en Derechos Humanos en el Mundo Contemporáneo por la UNIA (España).
Jefe del LIE - Laboratorio de Investigación Educativa - de la UNLaM.

 

Resumen

De un tiempo al presente ha cobrado relevancia la implementación de modalidades de formación docente capaces de enfrentar el permanente desafío de adaptación que exigen los cambios que se producen en la sociedad. La formación docente actúa en el campo de las intervenciones más demandadas y más aplicadas en los actuales contextos sociales, culturales y educativos.
Bajo la perspectiva de los actuales escenarios que exigen un proceso permanente de discusión, valoración y replanteo de las prácticas formativas - a los fines de que las mismas logren responder a las necesidades de la comunidad del siglo XXI -, el presente artículo analiza un conjunto de apuntes para la búsqueda de una formación docente de calidad.
Tomando en cuenta el planteo que viene desarrollando la OREALC/UNESCO, así como los aportes de destacados especialistas en la materia, se presentan reflexiones para afrontar el desafío de alcanzar y promover una formación docente que sea pertinente y relevante, que responda a una eficacia formativa, que cuente con altos índices de eficiencia, favoreciendo la equidad y defendiendo la complejidad, traducida en herramientas metodológicas concretas, visibles y confiables.

 

 

Palabras Clave: Formación. Calidad. Pertinencia. Relevancia. Eficacia. Eficiencia. Equidad. Complejidad.
Herramientas metodológicas.

Abstract

For some time now, the implementation of diverse modalities of forming education, capable of facing the on-going adaptation challenges emerging from the changes society goes through, have become relevant. Formation education functions in the field of one of the most required and applied interventions in the present social, cultural and educational contexts.
From the perspective of the present scenarios demand a continuous process for the discussion, valuation and reviewing of formative practices - so that they can respond to the needs of the twenty first century community - the present article analyzes a set of notes in search of forming education quality.
Taking into account the proposals by the OREALC/UNESCO, as well as the contributions of outstanding experts in the topic, a set of reflections are presented that may lead to face the challenges of achieving and promoting a pertinent and relevant formation education which results may provide efficacy, high efficiency indicators, favoring the equity and defending the complexity, to be translated into concrete, overt, and reliable methodological tools.
 

 

Key-words: Forming education. Quality. Pertinence. Relevance. Efficacy. Efficiency. Equity. Complexity.
Methodological Tools.

 

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos años, alcanzar una formación docente de calidad se ha convertido en una cuestión primordial en la mayoría de las agendas de los centros de educación. Cada vez más, los responsables de la gestión educativa, al igual que los profesores, los alumnos y otros actores sociales, perciben la formación docente como un área estratégica para la puesta en marcha de lineamientos, estrategias y propuestas que mejoren la calidad educativa actual y futura.

La formación como proceso de aprendizaje es un medio imprescindible para colaborar en la realización de la propia personalidad e identidad, dado que contribuye a proyectar y potenciar las actitudes, aptitudes, capacidades y posibilidades concretas de desarrollo de los docentes; al mismo tiempo, tiene en cuenta la inclusión del individuo en su comunidad y favorece la integración intercultural de las sociedades.

De allí, que hacer mención a una formación docente de calidad, involucra pensar en la flexibilidad y capacidad de asumir los desafíos necesarios para dar cuenta de los incesantes requerimientos que demanda la sociedad globalizada; de modo que el horizonte final de la formación sea la promoción del pleno ejercicio de los derechos humanos, en el marco de sociedades libres, democráticas y de respeto a lo diferente.

Si bien, como plantea la UIL, no es nueva la idea de que el aprendizaje a lo largo de toda la vida es un marco integrador de todas las formas de educación, para el organismo “su emergencia reciente como una característica del discurso de política deriva de cambios relacionados de importancia global: la globalización económica y cultural; el simultáneo predominio y crisis de las economías de mercado; los procesos de modernización social y la transición hacia sociedades del conocimiento” (Torres, 2009; UNESCO, 2005; en UIL, 2010:14).

En el año 1998, en París, se realizó la gran Primera Conferencia Mundial sobre Educación Superior. Su preámbulo puso de manifiesto que “en los albores del nuevo siglo, se observan una demanda de Educación Superior sin precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de Educación reviste” (UNESCO, 1998).

En el año 2009, también en París, se celebró la II Conferencia Mundial de Educación Superior. Cuyo planteo fue que “las instituciones de enseñanza superior desempeñan un papel estratégico en la búsqueda de soluciones a los problemas más importantes que se plantean hoy” (UNESCO, 2009); para ello, disponer de programas de formación docente es un camino que facilita el desarrollo de buenas prácticas de las organizaciones, mejorando su actuación en el campo de la calidad educativa contemporánea y contribuyendo en la creación de una comunidad de especialistas en esta materia.

CALIDAD Y FORMACIÓN DOCENTE EN LOS ACTUALES ESCENARIOS

Teniendo en cuenta que “la calidad de los profesores y el ambiente que logran generar en la sala de clase son los factores más importantes que explican los resultados de aprendizaje de los alumnos” (OREALC/UNESCO, 2007a:49), llevar adelante la docencia requerirá contar con un conjunto de cualidades propias, asumiendo la responsabilidad, trascendencia e impacto social de la tarea que se realiza. En este sentido, la ética profesional de un especialista de la enseñanza, es una premisa fundamental para la legitimidad del proceso educativo y para alcanzar el cumplimiento de los criterios que orientan una formación de calidad. Por lo cual, la formación docente demanda asumir responsabilidades, un liderazgo ético y compromisos permanentes hacia la excelencia educativa.

Para definir la mejora de la calidad, Reynolds (1997; en Cantón Mayo, 2005:318) aclara que ésta refiere a “un proceso, no un acontecimiento”. En estos términos, entonces, la formación docente supone una intervención educativa que aborda múltiples y complejas facetas, razón por la cual se transforma en una acción de crecimiento y relevancia tanto a nivel de los sujetos en formación, como del entorno.

De ese modo, a través de una formación de calidad, se logrará mejorar el aprendizaje, optimizar los recursos y actualizar el conocimiento. Imbernón (2010:202), plantea la alternativa de “generar procesos para que el profesorado desarrolle un conocimiento pedagógico profesional y un pensamiento práctico, es decir, un proceso continuo de formación, un análisis teórico, una adquisición de conocimientos, un contraste de ideas, una capacidad creativa de intervención”.

Bajo la perspectiva de que los actuales escenarios exigen un proceso permanente de discusión, valoración y replanteo de las prácticas formativas docentes - a los fines que las mismas logren responder a las necesidades de la comunidad del siglo XXI -, estos procesos afrontan un conjunto de desafíos sobre los cuales es positivo reflexionar.

En consecuencia, tomando en cuenta el planteo que viene desarrollando la OREALC/UNESCO y destacados especialistas en la materia, a continuación se presenta un conjunto de desafíos para alcanzar y promover una formación docente de calidad que sea pertinente, relevante, con respuestas a una eficacia formativa, demostrando altos índices de eficiencia, favoreciendo la equidad y defendiendo la complejidad, traducida en herramientas metodológicas concretas.

EL DESAFÍO DE UNA FORMACIÓN PERTINENTE Y RELEVANTE

La formación docente de calidad considera la dimensión de la pertinencia, en la medida que asume el compromiso de optar por la flexibilidad de las experiencias educativas, de tal manera que éstas puedan ajustarse a las condiciones particulares de los docentes en formación como personas, valorando la diversidad y promoviendo espacios de participación.

El reto de una formación docente pertinente se alcanzará en la medida que exista correspondencia entre los siguientes factores:

• los fines que se persiguen desde los centros educativos;

• los recursos, la infraestructura y los procedimientos que se oferten;

• los requerimientos del entorno.

Martínez Mediano y Riopérez Losada (2005), consideran que “la calidad de la Educación debe contar con una funcionalidad que permita dar cuenta de los incesantes requerimientos de formación que demanda una sociedad”. En este sentido, los sistemas educativos enfrentan el desafío de investigar y encontrar las respuestas requeridas por la sociedad, formando profesionales altamente capacitados y generando conocimiento científico-tecnológico orientado a lograr la mejora de la calidad de vida de los individuos y de la comunidad.

Según la OREALC/UNESCO (2008:16), una educación pertinente implica contar con:

• la orientación hacia el respeto y la valoración de la diversidad,

la flexibilidad y la adaptabilidad de la oferta educativa a las condiciones particulares de las personas y las colectividades en sus contextos de vida,

la operación de sistemas de apoyo que garanticen que los centros educativos cuenten con los recursos necesarios para asegurar los aprendizajes y la participación de todo el alumnado.

En este contexto, “los planes de estudio cobran vida con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Este proceso determina lo que ocurre en el aula y la calidad de los resultados del aprendizaje” (UNESCO, 2004:29). Una formación docente pertinente exige la puesta en marcha de planes idóneos, de proyectos, y de programas educativos orientados a la formación de los individuos en el afianzamiento del respeto por los derechos, las identidades culturales y las necesidades propias del entorno.

Aún más, bajo la perspectiva de autores como Haug (2010: 96-97), es importante “no olvidar que los estudiantes tienen más alternativas educativas que nunca, incluso fuera de su país o por medio de recursos importados (“educación transnacional”)”. Así que la pertinencia de la formación docente afronta el desafío de abarcar espectros más amplios que el propio entorno.

La OREALC/UNESCO (2007a:5), explicita que “la pertinencia alude a la necesidad de flexibilizar la enseñanza para que la educación dé respuesta a la diversidad de necesidades de los individuos y contextos”; de allí que lograrla, demanda realizar adecuadas interpretaciones de la situación histórica y contextual, alcanzando una congruencia, además, entre las expectativas del contexto de aplicación y el conocimiento generado. En función de ello, la pertinencia se consigue en la participación de todos los actores institucionales (formadores, docentes en formación, directivos de los centros educativos), pero también con los actores y organismos del entorno social, económico y político.

Además, la formación docente de calidad debe considerar la dimensión de la relevancia. Las experiencias educativas que conllevan su práctica deben estar orientadas a asegurar el desarrollo de aprendizajes que habiliten a los futuros docentes para la vida contemporánea. La relevancia se vincula “al desarrollo de las competencias necesarias para participar en los diferentes ámbitos de la vida humana y construir proyectos de vida con relación a los otros” (OREALC/UNESCO, 2007a:5).

La situación educativa debe prestar atención en qué medida las experiencias en educación permiten el desarrollo de competencias vinculadas con cuatro diversos aprendizajes que se requieren para el siglo XXI (OREALC/UNESCO, 2008), a saber:

1. Aprender a ser, vinculado a la identidad de las personas.

2. Aprender a convivir, con capacidad para el entendimiento mutuo, la valoración y práctica de la convivencia armónica y democrática.

3. Aprender a conocer, en tanto la habilitación de las personas para el aprendizaje continuo a lo largo de la vida.

4. Aprender a hacer, poder realizar emprendimientos en los diversos ámbitos de la vida.

La relevancia es un criterio que orienta a una educación de calidad, facilitando la concreción de aquellas expectativas y requerimientos para que los sujetos en proceso de formación logren una correspondencia entre:

• la posibilidad de conocer y vivenciar lo que implica aprender conocimientos y habilidades, desarrollando sus capacidades cognitivas y aprendiendo las competencias requeridas para acceder a un trabajo digno;

• la oportunidad de lograr el desarrollo tanto de valores, actitudes y comportamientos para la formación integral de personas miembros de una comunidad, como de determinadas habilidades de índole social que faciliten la convivencia, respetando los derechos humanos y las libertades fundamentales.

En definitiva, se trata de que exista la posibilidad de poder formarse en una educación que estimule el aprendizaje de saberes relevantes para comprender y participar en forma activa en una comunidad, junto con el desarrollo de las competencias necesarias para el correcto uso y administración de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que faciliten la inclusión de las personas en la actual sociedad del conocimiento.

EL DESAFÍO DE LA EFICIENCIA Y LA EFICACIA FORMATIVA

La formación docente de calidad debe considerar la dimensión de la eficiencia, dado que sus prácticas tienen la obligación de ser bien implementadas, contar con capacidad para la asignación y el manejo apropiado de los recursos existentes, aún cuando éstos sean escasos; permitiendo, por ejemplo, evitar su mal uso, optimizando la coherencia, la idoneidad y la transparencia en el campo de la educación formativa. Bajo esta perspectiva, la eficiencia en la formación docente implica las propias prácticas formativas y un manejo apropiado de los recursos institucionales que se disponen para alcanzar logros significativos. En definitiva, se entiende como la coherencia entre los recursos invertidos, el esfuerzo desplegado y el tiempo empleado para el logro tanto de los objetivos de los programas como de los fines institucionales.

Durante la II Cumbre de las Américas, realizada en Chile en el año 1998, se definió a la eficiencia como la provisión de recursos suficientes utilizados de modo óptimo para alcanzar mejores logros educativos. La Red Iberoamericana para la Acreditación de la Calidad de la Educación Superior (RIACES, 2004), como la “capacidad de lograr un efecto determinado optimizando los recursos disponibles”. Desde la óptica de los especialistas en administración educativa, como la capacidad real de producir lo máximo con el mínimo desperdicio, costo y esfuerzo; siendo su valor supremo la productividad.

También, tiende a ser connotada como el funcionamiento correcto de un sistema educativo. La eficiencia compromete un atributo central de la acción pública, que ésta se ejecute preservando los recursos que la sociedad destina para tal fin. En estos términos, es definida en relación al financiamiento destinado a la educación, la responsabilidad en el uso de éste, y los modelos de gestión institucional y de los recursos. Según la OREALC/UNESCO (2007b), “no es un imperativo economicista, sino una obligación derivada del respeto a los derechos ciudadanos de todas las personas, implicando el desarrollo de acciones con apego a la necesidad de honrar los recursos que la colectividad destina a la labor pública, es decir, en qué medida la operación pública se vuelve eficiente”.

Aún más, la OREALC/UNESCO (2007a:5) explica las nociones de eficiencia y eficacia como los “atributos de la acción pública que nos indican en qué medida se alcanzan los objetivos y se usan adecuadamente los recursos destinados a esta tarea”. Presentándose como conceptos inseparables, la eficacia formativa se relaciona necesariamente a las condiciones y a los recursos disponibles con que se busca ser eficaz, de modo que la formación docente de calidad debe considerar también esta dimensión.

Según Ketele (en GUNI, 2009:38), “es la relación entre los efectos observados y los efectos esperados”; la Real Academia la define como “la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. A través de ella se refleja la correspondencia entre espacio, tiempo, cantidad y calidad de los medios utilizados y de los resultados obtenidos. En esta perspectiva el énfasis está puesto en que, además de la asistencia en sí a una práctica de formación, los docentes logren fehacientemente conocer, adquirir y transferir conocimiento actualizado, válido y confiable.

Además, la eficacia en la formación docente indagará en cierta medida sobre el alcance y proporción en que se logran alcanzar los objetivos de la educación establecidos y propuestos por los Documentos, Pactos, Declaraciones, Convenciones y Organizaciones internacionales. Sin embargo, cabe aclarar que se presenta la necesidad de seguir perseverando en un análisis profundo acerca de qué implica el rendimiento educativo para progresar en la identificación de sus dimensiones básicas y, por consecuencia, alcanzar definiciones operativas, como base de su medida y evaluación.

La UNESCO (2002:14), señala que “el sentido de la educación deberá reflejarse en sus finalidades y sus contenidos”; siendo así, la dimensión del concepto eficacia pone en primer plano los resultados de aprendizaje efectivamente alcanzados por la acción educativa y formativa desarrollada. Por ello, para la OREALC/UNESCO (2007b), si bien se deben tener en cuenta los resultados curriculares del aprendizaje, también es importante atender a la eficacia de la gestión curricular - en su sentido más amplio - y a la eficacia de la gestión de la convivencia institucional.

Asimismo, la cuestión de la eficacia alude al impacto del logro de los objetivos en un determinado contexto social, es decir, en la repercusión que alcanza la educación en el entorno. De esta forma, el reto que se presenta para los procesos de formación docente será plantear objetivos estratégicos que se desprendan en términos de logros que puedan ser identificados, verificados e incluso contrastados.

EL DESAFÍO DE LA EQUIDAD Y LA COMPLEJIDAD EN LA FORMACIÓN

La formación docente de calidad debe considerar la dimensión de la equidad, entendida como el aseguramiento de la igualdad de oportunidades para acceder a una educación de calidad para toda la población, proporcionando a cada quien los recursos y ayudas que requieran. En este ámbito específico, implica la posibilidad de acceso a conocimientos actualizados y valiosos para todos los grupos de docentes que componen la comunidad educativa, brindando en forma permanente oportunidades para el desarrollo personal y profesional. En la actual sociedad, caracterizada como sociedad del conocimiento y de la proliferación de tecnologías de la información, la formación docente requiere ser una realidad posible y accesible para todos los docentes sin discriminación alguna, ofreciendo una acción formativa que ayude a continuar en los procesos de mejora de sus prácticas, ya sean en las modalidades presenciales o virtuales.

En las Cumbres de las Américas, se reúnen los jefes de Estado para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones a nivel nacional y regional. Por ejemplo, durante la III Cumbre, en Quebec, en el año 2001, se acordaron una serie de políticas para mejorar el acceso a una educación de calidad a través de la capacitación de los docentes, la educación de los valores cívicos y el uso de las tecnologías de la información. En la V Cumbre, en Trinidad y Tobago, en el año 2009, se afirmó el acceso equitativo a la educación como un derecho humano y la educación de calidad, como un bien público y una prioridad.

Según lo planteado por los Estados Miembros de la UNESCO en el Marco de acción de Belem -Sexta Conferencia Internacional de la Educación de Adultos-, “la educación inclusiva es fundamental para alcanzar el desarrollo humano, social y económico. Dotar a todos los individuos para que desarrollen su potencial contribuye de manera importante a alentarlos a convivir armoniosa y dignamente” (CONFITEA VI, 2009:6). También por ello se presenta como desafío alcanzar una formación docente equitativa que despliegue una ciudadanía comprometida con valores democráticos y de participación, consenso y equilibrio para la resolución de los conflictos de la vida diaria, solidaridad, honestidad y respeto por los entornos socio-ambientales; para promover y asegurar la inclusión de todos los ciudadanos dentro de las metas educativas, sin diferencias sociales de partida que implicarían una inequitativa distribución de oportunidades y capacidades, dejando de lado el desafío de una educación equitativa que dé respuesta a la necesaria “distribución de los aprendizajes” (OREALC/UNESCO, 2007b).

En definitiva, el criterio de equidad implica una democratización en el acceso, apropiación y divulgación del conocimiento; sin embargo, cabe aclarar y repensar que comprende simultáneamente los principios de igualdad y diferenciación, ya que “tan sólo una educación ajustada a las necesidades de cada uno asegurará que todas las personas tengan las mismas oportunidades de hacer efectivos sus Derechos en condiciones de igualdad” (OREALC/UNESCO, 2007b). De allí, la importancia de una formación docente de calidad que favorezca la equidad al mismo tiempo que defienda la complejidad, adaptadas a las particularidades emergentes en cada proceso.

La etimología enseña que la palabra método significa “camino que se recorre”, no de manera casual o desordenada sino de forma eficazmente ordenada con la intención de alcanzar un objetivo en el contexto donde se aplica. La complejidad del método aplicado a la docencia es un instrumento que puede guiar el desarrollo de un proceso progresivo hacia la mejora permanente de la calidad educativa, en base a propósitos determinados, opciones estratégicas, procesos cognitivos y factores propios de la acción didáctica. Es el que legitima y estructura el conjunto de decisiones y actividades planificadas, constituyéndose como el medio para la construcción del conocimiento, dado que son las estrategias de planificación integral, la conducción de las actividades de aprendizaje y las herramientas metodológicas formativas de calidad aquellas que determinan la capacidad pedagógica de transferencia de los contenidos.

Lo primordial de un encuadre metodológico de la docencia, es que promocione la adquisición y el entendimiento de sólidas herramientas de conocimiento y de investigación de las disciplinas, variables de acuerdo con los distintos niveles y modalidades educativos, para que motiven el aprendizaje a través de una participación activa y creativa, tanto por parte de los docentes como de los estudiantes, fomentando la equidad y el respeto por la complejidad de los procesos en cuestión.

Así pues, un método diseñado, implementado y desarrollado en forma coherente y con rigurosidad científica, será una herramienta importante al brindar recursos relevantes, pertinentes, eficientes y eficaces para el dominio del área en el cual el docente tenga intención de ejercer sus prácticas. El siguiente esquema representa los criterios a considerar en el complejo proceso metodológico formativo para la búsqueda de una formación docente de calidad.

 

PROCESO METODOLÓGICO FORMATIVO DE CALIDAD

 

 

 

CONCLUSIÓN

La mirada de una formación docente integral y consciente de su misión histórica como facilitadora de la integración entre lo personal y lo comunitario, supone una participación activa que exige la actuación de sujetos capaces de profundizar el conocimiento y la comprensión en la construcción ciudadana, los derechos humanos y la democracia.

La formación docente es un arduo proceso que requiere de un estudio y replanteo permanente. La capacidad de innovación en sus prácticas y contenidos, es un factor valioso para alcanzar una educación de calidad, con reconocimiento social. Así pues, la generación de alternativas de enseñanza y formación se convierte en una necesidad de gestión institucional para dar respuestas a la emergencia de las nuevas demandas de los ciudadanos, de la sociedad y del mundo.

En consecuencia, la formación docente de calidad debe ser significativa, gozar de una adaptabilidad que le permita responder a las diversas necesidades y características de todos los educandos, contando con centros de formación que sirvan como camino para afrontar y dar respuestas concretas para la satisfacción de las expectativas de calidad.

Para afrontar los desafíos actuales por parte de los docentes, los alumnos, los directivos y la sociedad en su conjunto, la formación docente se ha convertido en un recurso estratégico.

Una mejora continua de la calidad en la formación docente, aparecerá, entonces, como un recurso estratégico y valioso, afrontando el desafío de convertirse en una docencia transformadora, para analizar, elaborar y valorar los escenarios que atraviesan a la sociedad del conocimiento, proponiendo mejoras que actualicen las prácticas educativas.

La formación se orientará en la búsqueda de la calidad, a medida que contemple en forma integral factores dinámicos como la pertinencia, la relevancia, la eficiencia, la eficacia, la equidad y la complejidad del proceso formativo.

 

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Gestión Universitaria
ISSN  1852-1487

http://www.gestuniv.com.ar

Vol.:05
Nro.:01
Buenos Aires, 15-11-2012

Recibido el: 08-10-2012 ; Aprobado el: 13-10-2012

URL http://www.gestuniv.com.ar/gu_13/v5n1a1.htm